lunes, 30 de marzo de 2009

Fotos de la obra...SABADOS 21 hs.


Crítica 28-03-2009
La pregunta que plantea la función es simplemente la pregunta sobre el objeto de transitar por el mundo hoy. Y es que la constante lucha entre la razón y la pasión queda resuelta en esa línea: "...el corazón tiene razones que la razón no entiende...". Como la vida, termina en la muerte, en la muerte de la terapia que el sicoanálisis que, triunfante, cede, comparte y se aleja junto a la pasión a ritmo de bolero.Los personajes son espléndidos y la propuesta es muy divertida e interesante. Entre carcajadas es posible lograr cuestionarse acerca del dolor y el sufrimiento, de la infancia y el marido, del interminable juego del presente, el pasado y el futuro; donde el escenario de un consultorio sicoanalítico inunda el salón y nos envuelve en la lucha de personalidades que, aunque divididas, no son sino un sujeto rico, múltiple, lleno, pero a la vez indeterminado, ajeno a sí mismo...Definitivamente espectacular. Además de su calidad excepcional, es una experiencia supremamente cómoda y deliciosa.
No se la puede perder.

Enrique Ríos













jueves, 26 de marzo de 2009

BOLEROS Y PSICOANÁLISIS, una combinación que sorprende

“Sabor a Freud” es una comedia inteligente sobre dos personajes que deciden bucear por los recovecos de sus mentes al ritmo de boleros. (RED TEATRAL)

Sabor a Freud
El Dr. Ernesto Kovacs (Julio Luparello) no pierde un instante para quejarse de la paciente que le ha tocado en suerte. Así, nos presenta a Lucía Espinosa (Susana N. Fernández) y también a Dolores Durán, dos mujeres en una, o mejor dicho… una en dos. Dolores, una sensual cantante de boleros, se adueña por momentos de Lucía para realizar los sueños que ella no se permite. Kovacs intenta ayudarla e ingresa al mundo mágico de su paciente, poblado de fantasmas que se cuelan por el celuloide de varios clásicos de Hollywood. Pero detrás de todo esto, las interrupciones a ese espacio fantástico abren las puertas a otros submundos más íntimos y privados. Cada espectador tendrá su lectura de “Sabor a Freud”. Por un lado, podría decirse que se manifiestan en el analista todos los fantasmas de Lucía, un simple objeto para que esto se haga posible. Por otro lado, el profesional encontraría a través de Lucía a su otro yo, casualmente otro cantante de boleros, llamado Javier Vargas.
El bolero es sin dudas el punto de inflexión entre los personajes y el psicoanálisis. Un ritmo que describe al amor como ninguno, ese “te vas porque yo digo que te vayas… pero no me dejes porque me importas tú… y nadie más que tú”. ¿No sería esa suerte de “amor-odio” el eterno conflicto al cual se enfrenta el ser humano?
"Sabor a Freud", escrita por José Pablo Feinmann y dirigida por Jorge Vigetti se presenta en el Espacio de Teatro Boedo XXI.
Una muy buena salida para los sábados por la noche, con un plus que merece ser mencionado: el clima acogedor que se genera antes de ingresar a la sala aporta bastante a las expectativas del público. FACUNDO ESPÓSITO

miércoles, 25 de marzo de 2009

Ariana Perez Artaso de REVISTA SIAMESA dice...

A los argentinos, si me permiten la generalización, el psicoanálisis nos gusta. Nos psicoanalizamos, leemos a Freud, intentamos con Lacan, hacemos catarsis con amigos y verbalizamos a más no poder intentando ahuyentar a nuestros fieles fantasmas.
Será por eso que entrar a la pequeña sala del Boedo XXI y encontrarnos con un diván y un cuadrito de Freud en la pared nos habla de algo conocido y nos predispone a volvernos espectadores silenciosos, casi espías -porque vouyeres suena un poco vergonzoso- de algo que intuimos.
Julio Luparello espera sentado del otro lado del escenario, es decir, del lado que nos toca a nosotros, los mirones. Al apagarse todas las luces, Luparello se transforma en el doctor Ernesto Kovacs, quien nos advierte que ella está por llegar y que viene en busca de algo. Lucía Espinosa llega al consultorio puntual a las 12 del medio día –horario especial otorgado por Kovacs, dada la desesperación que creyó percibir en la voz telefónica de la mujer-.
“Cuéntame tu vida” es el abracadabra que da inicio al relato. Con música sacada de viejas glorias cinematográficas, los personajes nos enseñan que todo sujeto está dividido en dos, y que esto no siempre quiere decir esquizofrenia.Y es que, admitámoslo, detrás de nuestras fachadas, racionales y culturalmente aceptadas fachadas, soñamos o jugamos a algo más. Hay quienes seducen al espejo, están los que cantan en la ducha o escriben cuentos que nunca serán leídos. Esta fachada es la que a pesar de todo intento de reconstrucción, comienza a desmoronarse en Lucía Espinosa. Al mejor estilo del Increíble Hulk, las ropas de esta correcta mujer son arrancadas por Dolores Durán, fémina sensual que canta boleros al ritmo de sus imparables caderas y magnético pecho lleno de brillo. Cuando Dolores Durán se apodera de Lucía Espinosa el aire se vuelve más caliente. Con el trópico en la sangre y la sensualidad en la piel, Dolores le explica, le canta, le susurra al racional Kovacs, que la vida puede ser un bolero y que allí sólo se puede amar o matar, y que lo del medio –esto es, el matrimonio vuelto rutina con sábado de cine y polvo ocasional- no importa.
Desbordado ante tanta mujer, la racionalidad del doctor Kovacs termina de romperse con el llamado de su madre. Esto da el pie para el intercambio de roles; Lucía juega a hacer las preguntas y el doctor responde dejando ver sus heridas abiertas; con un Edipo no resuelto y la tristeza en el alma, el hombre revela que no sabe bailar. Pero por suerte, lo que no se puede bailar, bien se puede cantar. La otra mitad de Kovascs se llama Javier Vargas y es, nada más y nada menos, que un cantor de boleros. Otra fachada que se nos cae.Y así, entre madres desamoradas y maridos aburridos, entre la ciencia y la pasión, el amor es posible -arrasando con lo ético y riéndose de lo impuesto- permitiéndoles a los personajes ser, aunque sea por un rato, Ingrid Bergman y Humprhrey Bogart perdidos en el África porteña.
Sabor a Freud, en una crítica a la modernidad, nos recuerda que todavía se puede bailar de a dos, que los cuerpos pueden tocarse y que a pesar de ello, estamos a salvo; que las canciones pueden ser cantadas al oído y que es posible enamorarse, aunque el mundo afuera se derrumbe. Nos hace pensar que las teorías no son bailables, pero que a lo mejor sí nos hablan de amor. Y si Pascal fue el primero en escribir boleros y Freud –como explica Dolores- fue un romántico, sólo nos queda creernos eso de que el corazón tiene razones que la razón no entiende y que entre tanto tango y sapiencia está bien de vez en cuando, dejarse llevar por las pasiones y bailar un buen bolero.
Gracias por tu presencia y tus palabras!!!

sábado, 14 de marzo de 2009

SEGUNDA TEMPORADA!!!!

La crítica dijo:
"Original puesta en intertexto permanente con el discurso cinematográfico" Inge Voss. Los restos del naufragio
" Julio Luparello entrega un sanguíneo trabajo en el que ningún momento baja su intensidad; Susana Fernandez va logrando el "delirio" de su personaje a medida que avanza la obra" Gabriel Peralta www.criticateatral.com.ar
" Cumple con su cometido de entretener " Daniel Gaguine NOTICIAS URBANAS
REESTRENO
SÁBADO 21 DE MARZO 21 HS
SABOR A FREUD
de José Pablo Feinmann

Una historia de amor ¡¡¡de película!!!
¿Boleros vs. psicoanálisis?

Susana Fernández- Julio Luparello
Dirección Jorge Vigetti

Entrada gral $30
Estudiantes y jubilados $20

BOEDO 853
Reservas 4957-1400

Ud. puede reservar su entrada telefónicamente de lunes a domingo. Si deja su nombre y número de teléfono en el contestador le devolveremos el llamado para confirmar su reserva.